Imagínate al llegar a una ciudad, te encuentras que en sus jardines se esta sembrando comida, que al caminar por sus calles y al observar sus balcones, de ellos se desprenden tomates y lechugas. Que en los techos de edificios se ven árboles frutales y huertos comunitarios. y que los pobladores de ese barrio a la basura le dicen recurso.
Sigues caminando maravillado por lo que ves y te encuentras que en el patio de un lugar existe una feria, entras y te encuentras que allí los productos se intercambian a través de una moneda local, quedas observando una pareja y observas que truequean un lindo estuche de tela por tomates orgánicos.
Sorprendido por la alegría del intercambio, donde se siente el ganar-ganar. Se ve al fondo un letrero que dice gimnasio ecológico. Vas y observas y ves que hay un grupo de personas en unas mesas con sus notebooks, pero al mirar con detalle, ves que algunos de ellos están pedaleando una especie de mini bicicleta y que de ahí sale un cable a un colector de energía y de ahí al computador.
Sales del lugar sorprendido de observar la alegría de las personas de ese lugar, del canto de los pájaros que habitan en los árboles de esos edificios, de ver gente cultivando e intercambiado productos y servicios en un ganar-ganar, de ver abundancia y no escasez, de ver que el consenso y la vida en comunidad es posible.Te das cuentas que somos lo que habitamos, eso es la permacultura urbana, un espacio de posibilidades para habitar la ciudad desde nuestro ser y como queremos ser. Un espacio en coherencia con nuestro corporalidad, emocionar y lenguajear.
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